"Edimburgo: piedra, niebla y leyenda."

Foto: Claudia Ramírez

Escribir sobre Edimburgo me causó desconcierto, ya que tenía 2 años planeando este viaje y al llegar sobrepasó mis expectativas Edimburgo no es solo una ciudad, es una experiencia que se siente en la piel y se queda en la memoria. Encaramada entre colinas y envuelta en brumas, la capital escocesa parece sacada de una novela gótica y fantasmagórica. Su silueta, dominada por el imponente castillo que vigila desde lo alto, marca el inicio de un viaje entre piedras antiguas, leyendas vivas y cultura vibrante.

Caminar por la Royal Mile es atravesar siglos de historia. Desde el Castillo de Edimburgo hasta el Palacio de Holyroodhouse, cada edificio, cada callejón, murmura historias de reyes, guerras, poetas y fantasmas. La Old Town, con su arquitectura medieval, contrasta con la elegancia ordenada de la New Town georgiana, creando una mezcla única de pasado y presente.

Pero Edimburgo no es solo historia. Es creatividad pura. Escenarios de Harry Potter y J.K. Rowling. Callecitas de la mítica serie Outlander, además de artistas callejeros, de escritores como Sir Walter Scott. Es una ciudad que vibra con música celta, que celebra el arte en todas sus formas, y que nunca deja de reinventarse sin perder su alma.

De día, sus museos, cafés literarios y parques invitan a la contemplación. De noche, la ciudad se transforma: faroles encendidos, calles envueltas en niebla y un aire de misterio que te hace sentir dentro de una historia sin final.

De día, sus museos, cafés literarios y parques invitan a la contemplación. De noche, la ciudad se transforma: faroles encendidos, calles envueltas en niebla y un aire de misterio que te hace sentir dentro de una historia sin final.

Una ciudad que se convirtió en mi Top 3 de ciudades en el mundo. Una ciudad de piedra, habitada por corazones cálidos.